28 de enero de 2010

Kepler, Herschel y Planck por fin viajaron al Espacio


Por Hugo Jara Goldenberg

Por mucho tiempo los astrónomos soñaron con la posibilidad de disponer de telescopios operando en el Espacio, esto porque la atmósfera, esa capa de gases que envuelve al planeta (y que permite en definitiva la existencia de la vida), nos impide observar los cielos con la claridad deseada. Ya cuando los científicos lograron descifrar el misterio de la luz, y se dieron cuenta de que solo llega a la superficie de la Tierra, un rango muy estrecho y discontinuo del espectro electromagnético (ya que el resto es filtrado por la atmósfera), quedó claro que nuestro intento por conocer la verdadera naturaleza del Universo estaría seriamente limitada, si es que éramos capaces de instalar instrumentos fuera de la Tierra.

Durante el siglo XX, se comenzaron a enviar, a altitudes sobre los 10 kilómetros, globos aerostáticos y aviones dotados de instrumentos capaces de captar señales (principalmente en infrarrojo e ultravioleta). Sin embargo, se trataba de experimentos muy limitados, tanto por lo primitivo de los instrumentos, como por la escasa altura que alcanzaban las aeronaves, que aunque resultaban impresionantes para el común de los mortales, estaban muy lejos de los 100 kilómetros que marcan el límite del Espacio.

Cuando el 4 de octubre del año 1957 la ex Unión Soviética dio inicio a la carrera espacial, al poner en órbita al Sputnik I, el primer satélite artificial de la historia, no solo se comenzó a concretar el anhelado sueño de viajar hacia las estrellas, sino que también fue posible comenzar a hacer realidad ese sentido anhelo de los astrónomos. Así, en casi todas las naves que se enviaban al Espacio (tripuladas o no) se incluían diversos instrumentos capaces de captar estas esquivas señales provenientes del Cosmos.

Sin embargo, el objetivo final de disponer de auténticos telescopios espaciales, sólo se pudo concretar a partir de los años 80 del siglo pasado. Durante esos años se pusieron en órbita una serie de satélites especialmente preparados para esta tarea. De entre esos artefactos se destaca el telescopio Espacial Hubble (bautizado así en homenaje al famoso astrónomo Edwin Hubble), puesto en operación en el año 1990, y que en dos décadas de uso, ha permitido una mejor comprensión del Universo y captado las mejores fotografías existentes del Cosmos.

Pero al Hubble le han seguido muchos otros ingenios espaciales, destacándose entre ellos tres telescopios que, después de muchas postergaciones, fueron finalmente puestos en operación en el año 2009. Y continuando con la tradición, fueron bautizados con los nombres de grandes científicos del pasado: Johannes Kepler (1571-1630), el famoso astrónomo y matemático alemán que enunció las tres leyes del movimiento de los planetas; Sir William Herschel (1738-1822) astrónomo de origen alemán, el más importante del siglo XVIII, descubridor del planeta Urano y del espectro infrarrojo, y por último Marx Planck (1858-1947), físico alemán considerado uno de los padres de la Mecánica Cúantica. A continuación se hace una breve descripción de cada uno de estos proyectos espaciales.


Telescopio Espacial Kepler



Se trata de un artefacto que orbita alrededor del Sol (comparte órbita con la Tierra), y que tiene como misión identificar planetas extrasolares similares al nuestro. De 4,7 m de alto por 2,7 m de diámetro, y poco más de una tonelada de peso, observará durante tres años y medio una región específica de nuestra galaxia, escrutando 100.000 estrellas cada 30 minutos, intentando detectar pequeñas variaciones en el brillo de éstas, que se puedan explicar por el tránsito de planetas. Según ha señalado la NASA “La misión Kepler es la primera en el mundo con la capacidad de detectar realmente planetas análogos a la Tierra orbitando estrellas similares a nuestro Sol en una zona habitable”

Este proyecto sufrió muchas postergaciones, debido a reducciones en el presupuesto, pero finalmente fue lanzada por el cohete Delta II de la NASA , el 6 de marzo de 2009.



Telescopio Espacial Herschel



Este telescopio, construido por la Agencia Espacial Europea (ESA), fue diseñado para captar la radiación infrarroja procedente del Espacio. Este tipo de radiación, muy abundante, se asocia a objetos cósmicos o fenómenos físicos de baja energía, y en consecuencia de baja temperatura. Para funcionar correctamente este artefacto debe operar alejado de la Tierra y a muy baja temperatura; para lograr estas condiciones, debe instalarse a una distancia de 1,5 millones de km de la Tierra (en el punto de Lagrange L2) y los instrumentos son enfriados con Helio líquido. Con este telescopio se pretende observar sistemas planetarios lejanos o procesos de formación de galaxias que ocurrieron en la infancia del Universo. También se podrán identificar objetos estelares ubicados detrás de nubes de gas y polvo.

Este telescopio, de 9 m de largo y con un espejo principal de 3,5 m de diámetro, tiene un peso de 3,5 toneladas. Fue lanzado en el cohete europeo Ariane 5-G, desde la base de Kourou, ubicada en la Guyana francesa., el 14 de mayo de 2009.


Satélite Planck



Este satélite de la Agencia Espacial Europea (ESA) fue lanzado en conjunto con el Telescopio Espacial Herschel, el 14 de mayo de 2009, y al igual que aquel está instalado en una órbita heliocentrica (alrededor del Sol) en el punto orbital Lagrange L2 (a 1,5 millones de km de la Tierra). Se trata de una nave de casi dos toneladas de peso, de 4,2 metros de alto por 4,2 de ancho, que aloja en su interior un telescopio de 1,5 m de diámetro, además de otros sensores de frecuencia de alta sensibilidad.

Su misión será estudiar el origen del Universo al rastrear la radiación más antiguas conocida, aquella que constituye el llamado fondo cósmico de microondas, y que corresponde a la radiación fósil del nacimiento del Universo. Los resultados de esta misión, que durará tres años, permitirán perfeccionar el modelo del Big Bang.

Por fin en operación

Los tres proyectos sufrieron muchas postergaciones, pero finalmente entraron en operación en el transcurso del año 2009. Las expectativas que la comunidad científica tiene depositados en ellos son muchas, y los primeros resultados no los ha defraudado.

En enero de 2010, los científicos a cargo de la misión Kepler han anunciado el descubrimiento de 5 nuevos planetas extrasolares, y hay otros 100 candidatos en espera de confirmación. También el telescopio Herschel, mucho antes de lo esperado, ha realizado sus primeros hallazgos. Descubrió moléculas de agua y carbono en remotas regiones de la Espacio, y ha develado galaxias nunca antes observadas.

Así, es de esperar que los hallazgos y descubrimientos continúen, y que estos tres telescopios, construidos con la más avanzada tecnología aeroespacial, nos ayuden a conocer mejor el Universo, y también a saber sobre nuestro origen y nuestro destino cósmico.

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